miércoles, 24 de abril de 2013

LA FORMACION DE EQUIPOS DE ALTO NIVEL


Si estamos construyendo un equipo, siempre querremos que sea el mejor, que esté bien formado.Evidente. Pero no es menos cierto que si lo que buscamos es crear un equipo de alto potencial, es necesaria una formación intensa, complementaria, continuada en el tiempo y adaptada a las necesidades de nuestro proyecto. 
En realidad, en los últimos 20 años, hemos experimentado un auge de la formación empresarial sin comparación en la historia. Desde Escuelas de Negocios, Universidades y Centros de Formación, tanto en Estados Unidos como en Europa, y en los últimos 10 años en Asia, se ha potenciado la formación de nuestros actuales y futuros directivos tanto en calidad como en número de asistentes. La proliferación del MBA ha dado paso a la especialización y la formación en habilidades. Y aunque la actual crisis económica ha supuesto un cierto parón en estas enseñanzas e incluso una cierta evolución hacia las materias hard, las materias básicas de la gestión empresarial, no es menos cierto que la transformación iniciada en el siglo XIX de la mano de las escuelas de comercio francesas y posteriormente las escuelas americanas es imparable. En ese sentido, España es una potencia, teniendo tres de sus Escuelas de Negocios entre las primeras del mundo. Que la Universidad española no haya alcanzado esas cotas es merecedor de un análisis minucioso, en otro momento.
Nuestro equipo debe entrenarse, como todos, para rendir lo mejor llegado el momento. Una vez superada la formación reglada, de postgrado, e integrados en nuestra empresa, nuestra es la obligación como líderes de equipos de preocuparnos porque esa formación continua se mantenga, que ese entrenamiento se integre en la actividad diaria de la empresa. Antes de contemplar a nuestros Tercios, tenemos mil y un ejemplos en nuestra sociedad actual. Resulta así impensable que un equipo de futbol competitivo solo acuda a los partidos sin entrenamientos ni preparación física previa.
De igual manera, los Tercios supusieron una cierta revolución en su tiempo, creando un sistema comparable a los becarios de nuestras empresas. Para ello se apoyaron en las plazas españolas en Italia, denominadas “presidios”. La vida militar en ellas era atractiva, lo que facilitaba el reclutamiento. En los presidios los soldados recién integrados en el ejercito pasaban un periodo variable de tiempo en función de las necesidades, pero que solía estar en un par de años. Durante ese tiempo, y en gran parte de los 150 años que abarca la historia de los Tercios, el cometido de las guarniciones en Italia era mantener el orden y proteger a las ciudades del ataque de piratas, fundamentalmente berberiscos. De igual manera, vigilar y salvaguardar el tráfico naval y el comercio. 
Esa misión, de escaso calado militar, con innumerables escaramuzas de pequeñas unidades permitía al campesino español recién alistado formarse en la vida militar y acostumbrarse a la misma. Se creaba un “veterano” antes de enviarse esas unidades a la guerra con Francia o en Flandes.
Incluso en las épocas de más intensa actividad, en que no era posible que los nuevos reclutas pasaran un tiempo en Italia, sino que eran enviados directamente a Flandes, los mandos españoles del ejército, a instancia del Duque de Alba, verdadero artífice de este sistema, enviaban al frente a los veteranos de las guarniciones, dejando en estas a los novatos durante un tiempo.
Este sistema, que hoy puede parecer elemental, supuso un importante cambio en la organización de los ejércitos. Ya no se envían cientos de civiles a combatir, sin formación ni experiencia, sino que se da gran importancia  a la formación del soldado, siendo esta una de las causas más importantes por lo que los españoles eran considerados los mejores soldados de las cinco nacionalidades del ejercito de Flandes (españoles, italianos, valones, alemanes e ingleses).
Para mantener los cuadros de piqueros, mientras la caballería avanzaba sobre ellos, la experiencia y el entrenamiento necesario para mantener el ánimo templado y sereno era básico para que las líneas no se rompieran. 
El antecedente más remoto, como en muchos aspectos de los Tercios vuelve a ser la legión romana, profundamente profesionalizada y entrenada para el combate.
De igual manera, nuestro equipo debe experimentar, formarse. Si nos es posible, nuestros “junior” deben acometer proyectos de pequeña escala, e ir incrementado sus responsabilidades. Parece mentira la gran cantidad de jefes que envían a sus nuevos empleados al cliente más díficil bajo el criterio de que tienen que acostumbrarse. El riesgo es doble, perder al cliente o potencial cliente y perder al empleado desmotivado. 
Un colaborador motivado en sus primeras fases en la empresa puede generar una automotivación a medida que asuma retos. El soldado de los tercios en Italia, acostumbrado a combatir a corsarios y bandoleros, con éxito, se embarcaba con confianza en las campañas de Flandes, incrementando las posibilidades de éxito en estas últimas, las que realmente importaban al mando español.

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